VER EL MUNDO CON LOS MISMOS OJOS
Bienvenidos de
nuevo a mi blog, en concreto a esta segunda entrada. El tema que he elegido
como punto de partida para analizar un caso de discriminación es la MIGRACIÓN.
Quizá os enlace una historia con otra, pero para mí fue el comienzo y mi primer
cruce con esta horrible realidad que sufren todas aquellas personas que dejan
su lugar de procedencia por el simple motivo de desear una vida mejor, una vida
como la que tú (que me lees) y yo tenemos, o al menos lo más parecida a ella.
Una vida que toda persona en este mundo debería tener.
Todo comienza
cuando yo apenas tenía unos 7 u 8 años (hace 30 años) y un amigo de la familia
tenía como pareja una chica de origen filipino, y recién llegada a nuestro
país. Siempre oía de la familia como en una ocasión que habían salido de paseo
y a comer, en un momento dado esta chica se escondió debajo de la mesa del bar
aterrorizada al ver a un policía municipal que pasaba cerca. Para todos ellos
fue una situación muy impactante porque no sabían que le ocurría, más tarde
ella les explicaba el temor que había sentido al ver al policía, el terror que
había sentido al pensar que le pedirían la documentación (de la que no disponía)
y la fobia a ser deportada a su país de procedencia. La base de todo ese temor de aquella chica
provenía de las historias que ella había oído en su país sobre personas que
habían venido buscando esa vida mejor a España y su camino no había terminado
como pensaban. Este miedo infundado era una de las consecuencias que proyectaba
la sociedad sobre la inmigración, y concretamente a través de la xenofobia.
Con los años
me encontré con una situación cercana, aunque no le conozco personalmente
tenemos conocidos en común, que me impactó mucho. Un chico de origen senegalés,
que llegó a España en patera, a día de hoy este chico con residencia legal y
trabajo en nuestro país recibe una llamada de su familia desde su país de
origen que hace semanas su hermana había embarcado en una patera para conseguir
llegar a España y no sabían nada de ella. Junto a esta chica viajaban muchas
más personas de las que también perdieron la pista sus familias. Por más que la
familia intentó saber de ella, nunca encontraron respuestas, no se sabe si
alguien les buscó o no, no salió en prensa, ninguna cadena hizo eco en
televisión…
Esta situación
me dejó una impotencia que me duró mucho tiempo, ¿pero cómo es posible? ¿Pero por
qué nadie les busca? ¡Son personas! ¡Son personas! ¡Son personas! No podía
parar de repetirlo.
Pongámonos en
otra situación,
Y si en vez de ser una chica de Senegal hubiese
sido un político, o un multimillonario, que sin permisos internacionales decide
irse a vivir una aventura con los amigos en un barco, ¿tampoco se le hubiese
buscado?
Todos sabemos la respuesta, seguro que para
ellos sí hay medios económicos y físicos para buscarles incansablemente. Y
aunque el final hubiese sido el mismo, al menos no vivirían con la impotencia
de no haber podido hacer nada.
Siempre que
hablamos de migración, inmigración estamos ante claros ejemplos de
discriminación directa, tanto sea por motivos de color, religión o de
situaciones de pobreza extrema. Respecto a las estrategias para acabar con este
tipo de discriminación me resultan imposibles si no somos capaces de ponernos en los zapatos de quién tiene que dejar su
país y su familia, por alcanzar una vida digna, un lugar donde poder
alimentarse todos los días y que no sea un sueño, sino una realidad.
Indiscutiblemente de todos los tipos de discriminación que existen hoy en día,
para mí esta es la más dolorosa y un sueño a alcanzar que todos podamos ver el mundo con los mismos ojos.
Os dejo un enlace de una webs de una ONG donde se recogen
testimonios de primera mano y se dedican
a intentar buscar a miles de personas desaparecidas tras emigrar. En ella podréis encontrar, desde relatos,
informes y publicaciones, entre otros materiales relacionados con el tema.
https://missingmigrants.iom.int/es/familias-de-migrantes-desaparecidos
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